El nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) que causa el COVID-19 se ha propagado rápidamente desde su aparición a finales de 2019, lo que ha llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar la enfermedad pandemia mundial el 11 de marzo de 2020. Los gobiernos de todo el mundo han tenido que adaptarse y responder rápidamente para frenar la transmisión del virus y atender a los numerosos infectados. La presión que el brote impone a los sistemas sanitarios repercutirá sin duda en la salud sexual y reproductiva de las personas que viven en los países de ingresos bajos y medios (PRMB); sin embargo, la salud sexual y reproductiva también se verá afectada por las respuestas sociales a la pandemia, como los cierres locales o nacionales que obligan a cerrar los servicios sanitarios si no se consideran esenciales, así como las consecuencias del distanciamiento físico, las restricciones para viajar y la ralentización económica.